lunes, 7 de diciembre de 2009

ser perro


El poema en “ De segunda casa” quedó casi invisible pegado por fuera de la vidriera del local, con letras finitas y negras. Lo volvieron perro verdadero, aunque no era la idea. En su inmovilidad podría sufrir cierto abandono, acumular las felpillas de los plátanos, el polvo de la calle, sus etcéteras. Tal vez eso sería favorable, porque se vería más. La verdad es que casi no se ve. Hay que buscarlo un poco, es cierto. Pero allí está, humilde y quieto, y de pronto sorprende dispuesto a morder. En la tardecita, se solapa en la imagen cuando el vidrio hace de espejo y refleja los árboles, la calle, el cielo. Y podría ser una libélula si no fuese tan perro. Después se encienden las luces de adentro y se ve perfectamente su clarísima condición: cada tanto aullar y despertar al barrio entero.

Perro

Stephanie Carolina Amaro

Cada cansancio
te deja cansado
de ser miserable
y tenés
nomás en la vida
ciertas reglas
cabalísticas
verdades que te sirven
no el desayuno en la cama
cosa que no estaría mal
sino esa suerte
de ironía suicida
ese vértigo
en blanco y negro
de la seguridad.
Pero estás cansado
con ese cansancio de perro
doméstico
que duerme todo el día.
Sos un poco perro.
La vida es ser un poco perro
comer dormir morder los mismos huesos
oler la muerte ladrar algo a la mañana a la tarde
y a la noche
cada tanto aullar
despertar al barrio entero.
Y descubrís que ser un perro no está tan mal
salvo porque no te aleja del cansancio
ni de ser miserable.
Pero entonces mostrás los dientes
al tomaconsumo
y terminan atándote en el fondo.

* De segunda casa: Constituyente 2149